S-56. Estanco. Int. Tarde.
Toni entra en el estanco. Ve a Sara, se queda unos segundos mirándola desde la puerta. Respira hondo y baja el peldaño.

Toni.
¡Hola!
Sara.
¡Hola!
Toni.
Por fin…te veo.
Sara.
Cómo no vienes cuando estoy.
Toni.
Te dio tu…
Sara, interrumpiéndole.
Escribes bien.
Toni.
Cómo por las tardes no estabas.
Sara.
Por las tardes estudio.
Toni.
¿Y hoy?, ¿has hecho “pellas”?
Sara.
Mi madre tenía médico.
Toni.
¿Está enferma?
Sara.
Revisiones… la edad.
Toni.
No puedo salir por las mañanas.
Sara.
Ya, te han arrestado.
Toni.
Sí.
Sara.
¿ Por qué?
Toni.
Por no poner multas.
Sara.
Ah, ¿y ahora qué haces?
Toni.
Vigilo por la noche.
Sara.
Por la noche no ocurre nada.
Toni.
La noche es un misterio. Los chacales acechan a las gacelas.
Sara.
Tú, ¿no serás chacal?
Toni.
No, pero los tengo cerca.
Sara
¡Qué miedo!
Toni.
Tranquila, yo vigilo.
Sara.
¿No quieres el Marca?
Toni.
Ya sabes lo que quiero.
Sara le da el “Marca”. Toni le da un billete. Sara le da la vuelta al tiempo que le mira la mano. Toni le coge la mano. Se miran unos segundos.

Toni, sin soltar la mano
¿Cuándo te volveré a ver?
Sara.
No sé. Otro día.
Toni, soltándole la mano.
Hasta otro día, entonces
Toni se va, pero antes de salir.
Sara.
Toni.
Toni.
¿Qué?
Sara.
Escríbeme más.
Toni.
Vale, pero haz “pellas” de vez en cuando.

S-57.Calles de Villa Cisneros. Ext. Noche.

El Lanz Rover del Teniente con una niña de 12-14 años en el asiento de atrás recorre el barrio español, después el barrio saharaui. Llega a la altura de la jaima de la Zoila y la niña con la cabeza baja se apea. El Teniente apaga las luces del coche y sigue recorriendo las calles de Villa Cisneros. Va muy despacio. No hay ningún otro coche circulando. El Teniente desde el interior de su coche va observando. Desde la mirada del Teniente y en la oscuridad de la noche se van viendo los soportales de las calles, los bordillos de los bazares…
En una calle estrecha, en el hueco de una puerta de entrada de un bazar, el Teniente descubre dos bultos. Son dos personas arropadas con un capote. Se acerca sigilosamente, para el coche. Espera unos segundo para asegurarse que están dormidos. Se baja lentamente del coche. Saca su pistola.

Teniente, apuntando con la pistola.
¿Así vigilan los agentes de la policía?
Un agente, despertándose sobresaltado.
¡A sus órdenes mi Teniente!
Teniente.
Coja las esposas y póngaselas a su compañero.
Agente.
¡Mi Teniente!
Teniente.
¡Ponle las esposas!
El otro agente se despierta también, se levanta asustado.
Agente.
¡Mi teniente, estábamos helados de frío!
Teniente.
¡Estabais dormidos!
Agente.
¡No nos hemos dado cuenta!
Teniente.
¡Cállate maricón!
Teniente, dirigiéndose al otro agente.
Espósele.
El agente esposa a su compañero.
Teniente, sin dejar la pistola.
Ahora tú, las manos atrás, la cabeza apoyada en la pared.
El Teniente sin dejar la pistola esposa al segundo agente que presenta una imagen de humillación. Abre la puerta trasera de su coche y les indica que suban. Los agentes suben al interior del coche empujados violentamente por el Teniente que no suelta la pistola.

S-58. Entrada del cuartel. Ext. Noche.
El coche del Teniente se acerca a la puerta del cuartel. El centinela levanta la barra. 

Centinela.
¡Atención la guardia! ¡El Teniente!
El coche del Teniente entra, la guardia forma a la entrada. El coche se para.
Centinela, acercándose al coche del Teniente.
A sus órdenes mi Teniente. Sin novedad en el cuerpo de guardia.
El Teniente se baja del coche. Enfrente están el cabo de guardia y cuatro agentes formados.

Teniente, dirigiéndose al cabo de guardia.
Bajar a esos dos maricones  al calabozo.

S-59. Bazar Tokio. Int. Día.
Toni ha dejado el periódico en el mostrador del bazar de Morgan y está eligiendo entre ocho o diez relojes.

Toni.
Este.
Morgan, cogiendo el “Marca”
La tienes en el bote.
Toni.
¿Qué dices?
Morgan,  dejando el “Marca”
Sabes bien lo que digo.
Toni.
No sé nada. Ni quiero saberlo.
Morgan.
Somos del gremio tío. Estamos en la misma calle. Hablamos. Todo se sabe.
Toni.
¿Quéee?
Morgan.
Que hablamos de ti.
Toni.
¡Qué la dirás!
Morgan.
Que eres un ligón, que tienes novias en Madrid a las que mandas regalos.
Toni.
Eres un cabrón
Morgan.
¡Qué la voy a decir, tonto! La verdad: que eres un tipo cojonudo.
Toni.
Tampoco me creo eso.
Morgan.
Créete lo que quieras, pero hablamos de ti.
Toni.
Os cachondeáis de mi.
Morgan.
Anda calla, y elige el más bonito.
Toni coge el reloj, le da dos mil quinientas pesetas.  Se miran. Se dan la mano.
Toni.
Hasta mañana.
Morgan, riéndose.
Adiós. Cuídala bien.
Toni.
Déjame en paz.
Morgan.
Pero sin pasarte. ¡Que me lo cuenta todo!