Carta 71
De
Ana
Ante todo, gracias
por esa carta tan sincera que me has escrito, la cual creo que era innecesaria
para aclarar nuestra situación. Paso a contestar a todos tus puntos tal y como
tú me los expones:
Dices que no quieres hacerme sufrir.
Hasta ahora no lo has hecho, más bien todo lo contrario, tus cartas me han
hecho bien. Para que sufriera en el futuro tendría que quererte como tú supones
que yo te quiero, cosa que, si lo piensas, no es posible ya que nos ha faltado
tiempo. No hemos podido llegar a conocer nuestros sentimientos, nos vimos
cuatro veces, cuatro bonitas veces, eso sí, pero cuatro. Después tú te fuiste y
la vida siguió. Para ti y para mí, la vida siguió. Si alguna vez te he dado
motivos que te hicieran pensar lo contrario, era debido a que yo creía que te
encontrabas solo, eso me hizo mostrarme, en ocasiones, más cariñosa y
apasionada en mis cartas de lo que en realidad sentía.
Que no quieres comprometerte dices.
Jamás te he dado motivos para que creyeras estar atado a mí, ya te expliqué una
vez, si recuerdas, que esas cosas me asustaban hasta cierto punto, sobre todo,
porque pienso que soy joven, que la vida es bonita estando libre y no me creo
preparada para enfrentarme a ella seriamente.
Que sigas viviendo tu vida tal como
la quieres, me parece muy bien, ya que yo no he dejado de vivir la mía como yo
quiero. En cuanto a salir contigo cuando vuelvas, estoy de acuerdo, cuando me
sea posible y sin compromiso.
En cuanto a tu opinión del amor, esa
dista mucho de parecerse a la mía, comprendo tu idea de que no se puede uno
entregar a las personas así como así, porque luego la mayoría te decepciona,
pues no saben lo que tienen hasta que lo pierden, pero lo de repartirlo puede estar
muy bien para ti, pero creo que yo no quedaría en muy buen lugar si así lo
hiciera.
Espero que esta carta haya
tranquilizado un poco tus temores, sobre todo tu temor a comprometerte conmigo
o a hacerme sufrir, ya ves que no hay rencor en ella y quisiera que la leyeras
con toda la buena voluntad con que yo la he escrito.
Toni, me gustaría que estas cartas
que nos hemos cruzado, no den motivo a finalizar nuestra amistad, o lo que
entiendas por amistad, o lo que sea. Si así lo decides, te ruego me contestes
lo antes posible; si no lo haces, pasado un tiempo, consideraré que todo lo que
hemos hablado y escrito no ha merecido la pena, que nuestra amistad ha muerto y
entonces sí sufriré un poquito.
P.D. el a poema de M. Machado que te
acompaña en mi carta refleja un poco el estado de ánimo en el que me encuentro.
Te deseo un día muy feliz, piensa que los próximos los cumplirás en casa,
rodeado de tus seres queridos. Con todo mi cariño, un beso.
Adelfos
Yo
soy como las gentes que a mi tierra vinieron:
soy de la raza mora, vieja amiga del sol...,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Mi
voluntad se ha muerto una noche de luna,
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.
En mi
alma hermana de la tarde, no hay contornos,
... y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma ni forma ni color.
Besos,
¡ pero no darlos! Gloria,¡ la que me
deben !
Que todo como un aura se venga para mí;
que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir.
¿
Ambición?, no la tengo.¿Amor?, no lo he
sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte… tuve. Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.
De mi
alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón.
... Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
Nada
os pido. Ni os amo, ni os odio. Con dejarme,
lo que hago por vosotros podéis hacer por mí.
...¡ Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir !...
Mi
voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡ El beso generoso que no he de devolver!
M.
Machado