Carta 7
            De casa

Querido hermano:
            Acabamos de recibir dos cartas tuyas esta tarde, son las ocho y ya te estoy escribiendo. Como ves, teníamos ganas de recibir noticias tuyas y de contestarte: estábamos intranquilos porque tardaban en llegar; luego, dos juntas. Se ve que la primera fue perezosa, tardó dos días más que la segunda.
            Me alegro de que las cosas por ahí estén mejor de lo que pensábamos y de que el viaje haya sido bueno.
            Aquí las cosas siguen como siempre. No hemos terminado aún de meter la hierba. ¡Tú bien sabes lo pesado que es eso, lo mal que se pasa y las ganas que tenemos siempre  de terminar! Es la peor tarea del verano, aunque ahora en paquetes se recoge mejor; ayer nos empacaron el prado de la Nava Arriba y mañana nos empacarán la tierra de Víctor.
            Ya hemos segado la cebada entre padre, madre y yo. Nos ha tocado madrugar  bastante, un día a las cinco y media y otro a las cuatro y cuarto. Este día, cuando llegamos a la tierra, aún no había amanecido, la primera ducha la echamos casi sin ver, menos mal que no había cardos como en aquella otra ocasión cuando tú y yo llegamos a arrancar yeros a la tierra de Don Juan y yo me piqué con los cardos porque todavía no se veía, o cuando llegamos a la tierra de la Puente la Vega antes de salir el sol, y hacía un frío que pelaba y yo no paraba de dar vueltas y soplarme las manos mientras tú me decías que estaba de “palo de la luz”. Esta vez hemos tardado dos mañanas; el último día nos quedó un poco, pero al día siguiente, antes de las ocho, estaba terminado.
            Ayer, día de Santiago, estuvimos toda la familia en el río Cega. Fuimos por  Las Vegas y llegamos hasta la presa, el lugar donde coge el agua Cándido para las truchas. El tío José Luis tuvo que hacer tres viajes con el coche. Además de todos los de nuestra casa estuvieron también  el tío Ángel y la tía Martina y los primos José Andrés, Petri y Marijose. Nos lo pasamos muy bien todos juntos, disfrutamos del agua y del sol y descansamos de los trabajos cotidianos. El sol nos cogió de pleno y ahora nos pica el cuerpo, sobre todo a Marijose y a mí que estamos completamente rojas. Por la mañana nos metimos poco en el agua, pero por la tarde apenas salíamos, teníamos la cámara de una rueda y jugábamos con ella. Nos bañamos todos, hasta padre, madre y la tía Martina se metieron. Por la noche estuvimos en Matabuena. Estuve con "Estás como u-Nacho-ta", ¿te acuerdas? Pues ahora tiene coche y a lo mejor viene a verme de vez en cuando.
            También te diré que Navas de Arriba está bastante mejor que otros años. Me dieron recuerdos para ti: una de tus Elenas ¿A qué no sabes cuál? Te daré una pista, tiene un hermano cuyo nombre empieza por F.
            No te cuento más por el momento, no sea que empieces a emocionarte. Recibe besos y abrazos de tu hermana.

            Querido hermano:
            Como ya te cuenta Mari casi todo, a mí no me deja nada: eso de ser mayor es un abuso, ella coge primero la carta y me deja sin noticias que contarte. La próxima vez comienzo yo a escribirte; pienso comenzar antes de que llegue tu carta y así nadie me pisa la información.
            De todas formas quien mejor se lo pasó en el río fui yo: me espachurraba viendo bañarse a madre y a la tía Martina, que debía de ser la primera vez que se metían en el agua. Se agarraban las dos de las manos para no caerse y no se soltaron en toda la tarde.
            El otro día estuvieron en Segovia madre y Mari. Mari se compró unos pantalones de tergal azules para ligar este verano y a mí me trajeron un delantal para fregar platos.
            No te escribo más porque quieren escribir también padre, madre y los tíos y queda poco papel. Cuéntanos más en tu próxima carta, dinos qué tal os dan de comer y si puedes comprarte bocadillos o algo. Todos los días nos acordamos de ti; cuando trabajamos, porque nos venía bien que nos echases una mano; y cuando nos divertimos, porque nos gustaría reírnos un poco de ti también. Un fuerte abrazo de tu hermana.

            Querido hijo:
            Cuatro letras para que veas que estamos bien y que nos acordamos mucho de ti. La Mari ya te cuenta todo, pero no te dice que nos falta por segar el trigo y que a partir de ahora tendremos que ir a las tierras andando, porque el tío José Luis, que nos bajaba en coche, se va ya a Madrid. Cuídate y escríbenos pronto que con eso nos tenemos que conformar. Dejo unas líneas para que escriban padre y los tíos. Un montón de besos.

            Hola, sobrino:
            Como ya te cuentan, mañana se nos acaban las vacaciones y les dejamos sin medio de transporte. Nos alegramos de que hayas tenido buen viaje y te encuentres bien.
            Al tío le ha venido bien este descanso pues ha engordado, pero lo bueno se acaba pronto, besos.

            Querido hijo:
            Ya te cuentan todo lo que pasa por aquí. Nos alegramos de tus buenas noticias, lo que hace falta es que sigan siempre siendo buenas, recibe un fuerte abrazo y besos de tu padre.