Carta  64

            A Ana

 

            Quiero que esta carta sea el libro abierto de mis pensamientos íntimos, no sé si te hará bien o te hará mal, pero estará escrita sin omisión de nada, diciendo siempre lo que en cada momento pienso.

            A veces pienso que sería mejor para ti que me olvidaras, creo que te voy a hacer sufrir mucho a mi regreso y, como no me agrada, creo que sería mejor que dejases de pensar en mí o que pensases menos.

            Ana, cuando vuelva no voy a comprometerme contigo a nada serio, a nada que la sociedad define como serio, y que termina en boda. Seguiré viviendo mi vida, sin compartirla con nadie, salvo lo indispensable.

            Quizá me equivoque, pero a veces pienso que te estás haciendo cierta clase de ilusiones, que luego a lo mejor no se cumplen. No quisiera que perdieses un año con un amor por carta que no se sabe si tiene futuro o no, con que uno lo pierda ya basta, diviértete, ten amigos como si yo no estuviera y vive tu juventud. Quizá este año sea el más bonito, aprovéchalo tú, ya que a mí me lo quitan.

            Sé que con la escritura de esta carta posiblemente haya sacrificado los días felices de mi regreso, me estoy haciendo a la idea de lo mucho que debe de significar, al volver, encontrarse con unos brazos abiertos; sin embargo, lo he hecho para no engañarte, para que tomes tus propias determinaciones con conocimiento de causa, para que no te hagas ilusiones que difícilmente llegarán a ser realidad y, sobre todo, para que te des cuenta de cómo te quiero.

            No sé si lo comprenderás, yo mismo me doy cuenta de que no es fácil; pero yo soy así, tengo mis propias opiniones sobre la vida, el amor, la amistad, el matrimonio, y no quiero cambiar.

            Mi amor, el que yo veo, el que siento, es algo que se lleva dentro y se reparte. Sólo se reparte cuando se tiene dentro y se reparte a quien quieres, pero también a quien se cruza en tu camino. Lo hay que cuidar mucho, no se puede entregar a cualquiera que no lo sepa aprovechar, o se burle y te haga sufrir. El amor es de ida y vuelta, también recibes  lo que las otras personas te dan. Es algo que, cuando se tiene, se te escapa; difícilmente controlable, indomable. Por eso no es bueno entregarlo sólo a una persona; por eso, es difícil conservarlo desde lejos. La sexualidad está dentro, va incluida en el lote, es inseparable. No existe sola, ni el amor existe solo. No es bueno entregarlo a una sola persona.

            El matrimonio es estable, es un proyecto, es un futuro, es sacrificio aceptado: es la vida. La vida de uno y la vida de otra, pero unidas en sueños en una sola vida. Y la vida es la realización de nuestros sueños y nuestras ilusiones, pero hechas realidad a su modo, no al nuestro, o no al nuestro del todo, es decir, al nuestro y al del otro o la otra, y al de los demás, los que se cruzan en nuestro camino y no podemos apartarlos. La vida participa del amor, pero del controlado, del trabajado, del encendido día a día, del que, si no lo cuidas, se apaga.

            La amistad sólo es posible con el otro sexo si la persona concreta no te atrae físicamente, o si va unida al estudio o al trabajo. Por eso es fácil mantenerla con personas de tu mismo sexo y difícil  con las del sexo opuesto. A veces nos quedamos a medio camino y jugamos con la amistad y el amor; llamamos amistad a lo que tiene trazas de amor, y amor  a lo que tiene  dosis de amistad. Se entremezclan. Es de todo un poco.

            La sinceridad es lo que dignifica a las personas, lo que las hace libres; lo que hace que el amor sea amor; el dolor, dolor; y no exista el odio ni el rencor, sino la comprensión y el cariño.

            Estos son mis pensamientos, los importantes, los que he querido que tú conozcas. Todo lo anterior ha sido preparar el camino,  buscar la confianza necesaria para abrirme a ti tal cual soy, o como creo que soy. No sé si te disgustará, o si te hará daño, pero creo que era necesario.

                                                                                              Un beso