Carta 60
De
Isa, (escrita en papel higiénico )
Todavía me
estoy espachurrando de risa. Era la clase de la Chuchi. Había repartido aleatoriamente los papelillos de fumar
donde tan sutilmente me escribiste tu carta. Eran diez ¿lo recuerdas?, sólo se
reconocía el primero por la fecha y el último por tu firma, el resto era un
interminable jeroglífico, que tú complicaste con referencias, intercambios y
llamadas. Mis amigas tenían cada una la parte que les había tocado en el
reparto y entre todas teníamos la obligación de ordenarlos mientras la Chuchi, una solterona que nos daba
latín, nos dejaba un rato de estudio. Los papelillos entre el libro de Latín
eran una sombra imperceptible por la profesora, ni siquiera la vecina de asiento
podía divisar tan minúscula partícula de papel, por eso cuando alguna, sin
venir a tono, sin hablar con nadie, soltaba una pequeña carcajada y atraía la
mirada intriganda de la profesora que sólo veía un libro y la sonrisa de
alguien que se reía sola sin poder contenerse, nos asaltaba la preocupación, el
temor y la duda.
Yo estaba situada en el centro y leí
el primero:
- Aquí sigue, - me contestó una.
- He encontrado un chiste, - me decía otra.
¿Dónde se coloca?
- Espera, vamos por el segundo
papel.
Lo leí en voz baja, como si
estuviese leyendo del texto, sin mirar a nadie y sin ocultar una sonrisa. La profe estaba cada vez más mosqueada y no
nos quitaba el ojo de encima, nosotras cada vez estabamos más al borde del
ataque de risa y sin podernos contener.
- ¿Dónde va lo del camello?
- Aquí sigue hablando de ello.
Poco a poco ordenamos el tercero, el
cuarto, el quinto... y el último. Hemos terminado el estudio, hemos ordenado
una carta. ¡Que mala leche, enviármela en papelillos de fumar y desordenados!
Ahora
me toca a mí el papel higiénico. Cómo verás por la letra, yo no soy tu herman.
Estaba ordenando la carta con tu hermana y me entró tanta risa que tuve que venirme
al servicio. En el servicio estoy y en el rollo de papel que tengo a mano te
escribo.
Yo ya no soy esa..., soy otra, lo notarás
por la letra; tuve la mala suerte de encontrar el chiste, me pasé todo el rato
de estudio sin poder disimular la risa. La Chuchi
se cebó en mí. Cuando preguntó, sólo se le ocurrió decir: - " A ver esa
que se reía tanto". Y la que se reía tanto era yo y no tuve ni idea de lo
que me preguntó.
La próxima carta me la envías a mí.
A la habitación siguiente a la de Isabel.
A
mí me envías un saco de arena por carta, lo certificas a la dirección del Instituto y a la atención
de la profesora de Latín.
Tu carta y tu foto están ocasionando
revuelos en la residencia. ¿Te acuerdas de la foto que me dejaste cuando te
marchaste? Pues ahora la alquilo. Se la dejo a una cinco minutines y a cambio
me cede el bollo del desayuno. Después a otra, siempre poquito para que no la
desgasten, no sea que luego no valga.
Espero tu próxima carta con
impaciencia, pero dudo que te quede imaginación para sorprenderme, no vale
repetir trucos ni copiarme. En la próxima te contaré cosas serias, te hablaré
de mis ligues. Tu ¿qué tal andas?