Carta 58

            A Ana

 

            Tu poesía es el sendero de los sentimientos. Tus cartas adornan mis días, llenan mis horas de esperanza, me hacen vivir y seguir siendo yo. Mantienen el amor a la vida y el odio al que mata. Tu poesía es el sentido del amor y de la vida, me guía por el camino de la ilusión, por la vereda del encanto y la pasión. No sé si será buena o será mala, pero es dulzura. Me hace sentir, me hace olvidar. Tu poesía se enfrenta a la rutina de todos los días, me mantiene con vida, con vida sensible. Estamos en un desierto olvidado, en el que nos quieren hacer olvidar lo que somos, lo que sentimos, lo que deseamos, lo que queremos ser. Es un acoso constante a nuestra inocencia; es un acoso a nuestros sentimientos, a nuestra personalidad; es una agresión brutal a los sentimientos.  Tu poesía me conforta, pone paz a mis días, me recuerda quién soy, me recuerda lo que siento, es un bastón hermoso al que me agarro desesperadamente. Los sentimientos afloran en cada verso, en cada palabra, en cada sensación de aliento que percibo en tus pausas. Me mantiene despierto. Me hace madurar a la vida sin perder la candidez de la adolescencia ni la dulzura de  la infancia. Madurar a una vida de ensueño, penetrar en el mundo de la ilusión y del gozo, de la utopía posible, de la lucha constante por la igualdad, la justicia y la paz.

            Tu poesía me permite hacer frente a este otro mundo de lucha, de competición y de odio que día a día nos pretenden inculcar. Al mundo inservible de los galones y el orden, de la sumisión y la obediencia ciega a cualquiera que se llame jefe, aunque sea un malvado y un inútil. Al mundo de la jerarquía establecida, de los vicios eternos, de aceptación de la injusticia y de ser cómplice de ella. Al de la sumisión, en vez de la rebeldía. Al de la aceptación de la sociedad corrompida en vez de la lucha por cambiarla y mejorarla.

            Nos quieren introducir en la sociedad del odio y la maldad. A sus órdenes y a sus fuerzas me enfrento con las armas que tu poesía y tus cartas me dan:

 

“No quiero perder

mi juventud rebelde,

 quiero que brote y fructifique,

que madure mi madurez,

 que explote,

guardando grano a grano

el esplendor sabroso del jugo del momento,

del sentido y la esencia,

del calor y el aliento”.

 

            Sigue mandándome tus poemas, sigue mandándome ilusión y amor, sigue proporcionándome armamento para defenderme de la violencia, del egoísmo y de estas malas gentes.