Carta 56
De
casa
Bárdera,
1-1-1974
Querido hermano:
Ayer hicimos la longaniza en casa de
los tíos y nos juntamos todos. Todos, menos tú; pero tú estuviste presente, nos
acordábamos continuamente de ti. Después del cachondeo de las doce uvas,
salimos al baile. Éramos pocos, pero nos divertimos mucho. Comenzamos con el
baile de la escoba. Primero fue un chico
quien se quedaba con la escoba mientras el resto bailábamos; después cambiaba a
otro la escoba por su pareja, ellos eran los encargados de repartirla y pelear
así por las chicas. Luego nos tocó a nosotras repetir la ceremonia del desafío
al ridículo, de iniciar la farsa y la broma, de bailar con la escoba o pelear
por un chico.
Así estuvimos hasta las tres y
media, unos ratos, haciendo el tonto; los otros, bailando. Entre risas y sorbos
de champán comenzamos el año nuevo en el pueblo y hoy he comenzado a escribirte
para vencer la resaca, para burlarme un poco de tus imaginarias y para
demostarte que tus amigas se acuerdan menos de ti que las hermanas.
Querido hermano:
Como ya te cuenta Isa,
anoche cenamos todos en casa del tío Ángel, pero se le ha olvidado decirte que
a la hora de comer las uvas casi nos morimos de risa, todos queríamos terminar
los primeros y no dejábamos de molestarnos unos a otros, Jose me las quitaba a
mí y yo se las quitaba a Petri. Y entre peleas, risas y atragantones no
escuchábamos las campanadas y cada cual terminó como pudo.
Tampoco te dice que antes del baile
estuvimos en la lumbre. El día de
Nochebuena se trajo tanta leña del coto que no fuimos capaces de terminar de
quemarla. Además, había tanta nieve y nevaba tanto que nos costaba trabajo
hacerla arder. Tú dices que escuchabas por la radio cómo nevaba, nosotros
sentíamos cómo caían los copos encima de nuestras cabezas. Comenzó a nevar
sobre las cinco de la tarde. A esa hora los chicos habían traído ya tres
tractores de leña. Cuando a las doce salimos aún nevaba y los montones de leña
estaban totalmente blancos. Conseguimos prender la lumbre echando ruedas y
rociando con gasolina la leña, al final sí se preparó buena fogata, pero la
nieve era tan intensa y se había acumulado tanta en el suelo que nuestros pies
comenzaron a notarlo y tuvimos que irnos a casa antes de la hora prevista y sin
terminar de quemarla. Así que ayer repetimos el fuego y todavía hoy hay señales
de humo en la plaza.
La Clary ha tenido un niño, me
imagino que alguien te lo habrá contado ya, pero por si acaso no lo han hecho,
te lo cuento yo.
Nosotros haremos la matanza el
próximo jueves, vamos a matar una cerda de doscientos kilos, hemos escogido la
más grande para poderte mandar más chorizo y para que a nosotras nos quede
algo.
Te diré que tienes que escribirme a
una nueva dirección, porque me he cambiado de casa. Petri y yo no estábamos ya
a gusto. Un fin de semana que yo estuve en el pueblo y se quedó ella sola, al
regresar por la noche encontró la casa desordenada, con colillas en nuestras
habitaciones y con una luz encendida. Se llevó un susto impresionante. Cuando
se lo comentamos a la dueña nos dijo que había sido un sobrino suyo al que
había dejado la llave para que viera el piso. No nos gustó que no nos dijera
nada y hemos decidido cambiarnos. A padre y a madre les ha parecido bien. Ahora
vamos a vivir en la calle la Plata, orilla de la casa de la señora Rosa. El
piso es viejo, pero está arreglado, en la cocina tenemos gas y una cocinilla
como la de nuestra casa, además tenemos un radiador eléctrico, así que no creo
que pasemos frío, yo ya he dejado algunas cosas antes de venirme de las
vacaciones. A lo mejor se viene a vivir con nosotras otra amiga. Ya te
escribiré desde Segovia, con la nueva dirección, cuando volvamos de vacaciones.
Querido hijo:
Cuatro letras para
decirte que estamos bien. Recibimos la tuya por la que vemos que tú también lo
estás, de lo que nos alegramos mucho Ya te cuentan todo lo que hay por aquí;
ahora tenemos de más de nieve.
De lo que dices de los Reyes para
Isa, te mandaremos el dinero cuando se vayan las chicas a Segovia, y tú le
envías el paquete como has hecho en otras ocasiones, que hasta ahora hemos
tenido suerte y no se ha perdido ninguno, esperemos seguir así. Este año se
pone mal la cosa de los cerdos, las grandes no las quieren matar, así que una
la vamos a matar el jueves para nosotros, pues, aunque es grande, no es vieja,
sólo ha parido una vez; así dejamos sitio, pues ahora tenemos cerdos hasta en el gallinero y casi no caben los
pollos.
Bueno, me voy a cuidar a las vacas
de la otra cuadra antes de que se haga de noche, que sigas bien y recibe un
fuerte abrazo. Tu padre.
Querido primo:
Como ya te cuentan tus hermanas esta
Navidad nos lo estamos pasando muy bien, entre las fiestas y las matanzas
estamos casi todos los días de cachondeo. El día de los Santos Inocentes tu
hermana y yo hicimos la petaca a Jose y no veas lo mal que le sentó. A ti me
imagino que también te la habrán hecho alguna vez.
Sin más se despide tu prima. Besos.
Hola, primo:
Ahora toca escribir al
de la petaca. Resulta que estas dos, que ni siquiera han llegado a
adolescentes, se pasan todo el día hablando. No hacen nada más que cotorrear,
hablar de ligues que nunca llegan a tener y hacer putadas a los mayores; a los que ya tenemos dos dedos de frente y
empezamos a ver las cosas con responsabilidad. A estas dos, te las mandaba yo
para allá. A ver si aprendían a hacer algo provechoso en la vida. Porque lo que
tú haces sí es de agradecer, desde que tu defiendes la patria parece que todos
estamos más seguros; salvo los cerdos, a los que toca morir como antes, está
semana el crimen ha sido en mi casa, la próxima será en la tuya.
Un abrazo.
Jose (el que
tiene que cuidar de las hermanas ahora que tú no estás)
Querido hijo:
Hoy me ha tocado a mí
ser la última, como nos hemos juntado tantos pues esta vez sí que te vamos a
llenar bien la carta. Ya te dice padre que el jueves mataremos la gorrina
grande, que este año las grandes no las quieren, o si se las llevan tiene que
ser medio regalás. Los chotos tampoco
los pagan bien y para poderlos matar tienen que pesar más de ciento veinte
kilos, todavía tenemos el de la Serrana,
que está muy majo, pero puede que todavía no llegue al peso, que sí que tenemos
ganas de quitarlo, pues con tanta nieve, solamente con sacar basura tenemos un
trabajo tremendo.
De dinero puede que andes mal, como
no hemos podido ir a Segovia no te hemos mandado, a ver si cuando vayan las
chicas lo hacemos.
Sin más se despide tu madre con
muchos besos.
Recuerdos de Marino y la Catalina de
la Juana.