Carta  49

            De Elena

 

            Siento mucho haber tardado tanto en escribirte, pero es que ha muerto mi padre y estoy pasando unos días muy malos.

            Mi alegría se ha ido y la tristeza se ha apoderado de mí, no encuentro momentos para hacer las cosas, la realidad parece distinta, me encuentro perdida, sin saber qué hacer, sin ganas de hacer nada.

            Ya te había dicho en las últimas cartas que estaba enfermo, que habíamos ido a Madrid, pero no te había contado la gravedad de la enfermedad, me negaba a admitirlo, lo cierto es que sabíamos que apenas le quedaba tiempo de vida. Tenía un cáncer de estómago que ha acabado con su vida en sólo dos meses.

            Parece mentira lo que cambia la vida en un instante, lo que significa una casa cuando se queda medio vacía, no nos damos cuenta de lo que tenemos. Cuando sucede una cosa así, notamos un vacío por todos los sitios de la casa, no podemos apartar de nuestra mente la imagen querida, el recuerdo nos acompaña siempre; cuando paseamos, cuando comemos, cuando dormimos... Nos quedamos fríos por dentro.

Hay momentos en los que no siento nada, paseo sonámbula sin enterarme de lo que pasa. Así andamos toda la familia, casi no hablamos. Tengo que centrarme en algo, no puedo seguir así, por eso hoy te he escrito, para recordar, para recuperar algo de la vida, y por eso te pido que me escribas, que me cuentes muchas cosas y que no me olvides.

            Pero no quiero aburrirte más, pues tu situación tampoco requiere de cartas como esta, por eso voy a ser breve, a desearte suerte, que la vida sea más generosa contigo y con tu familia y que no paséis por situaciones como esta.

 

                                                           Un cariñoso saludo