Yo solo no puedo

 

Antonio García

 

YO SOLO no puedo. Mi

jefe me abruma. Le pido

un aumento y me dice que

no puede más, que está

endeudado hasta las cejas,

que voy a tener que echar

más horas, que tiene una

lista de peticiones de trabajo

con personas dispuestas a trabajar

más y a cobrar menos.

Yo solo no puedo. No sé qué decirle

ni cómo convencerle. Me esmero en

el trabajo, hago todo lo que me dice, no

falto ningún día, no me tomo el permiso

que me corresponde, voy al médico

en mi tiempo libre y no protesto nunca.

Pero cuando le pido un aumento me

dice que le sale más barato contratar a

otro, que con lo que se ahorraría en

antigüedad podría despedirme.

Yo solo no puedo. No tengo argumentos.

No sé si es verdad o mentira

eso de que está endeudado. No me atrevo

a pedirle el balance de cuentas: despidió

al último que se lo reclamó.

Creo que voy a tener que juntarme

con el resto de personas de mi empresa

y hablar para que entre todos podamos

hacer algo. Espero que se nos ocurra

alguna idea. Pero, claro, el empresario

tiene una lista muy larga, con más nombres

que trabajadores somos en la

empresa. A mí me la enseñó la última

vez que fui a pedirle aumento. Quizá

tengamos que hablar con los de la lista,

quizá tengamos que ponernos de acuerdo,

trabajar nosotros menos para que

puedan trabajar ellos. Pero entonces

vendrán los extranjeros. Tendremos que

hablar también con ellos. En mi tiempo

libre acudiré al médico. Creo que estoy

malo, que me ha atacado la enfermedad

de la que tan mal hablan algunos periódicos,

la enfermedad de la conciencia

de clase, la de los sindicatos y liberados

que te comen el cerebro. Pero de verdad,

lo juro: ¡yo solo no puedo!