No quiero elegir
Antonio García
NO QUIERO elegir cen-
tro para la educación de mis
hijos. No
quiero elegir
médico: son
falacias. Enga-
ñabobos. Ni quiero martiri-
zar a mis hijos
con el trans-
porte escolar
ni tengo dine-
ro para
contratar a una per-
sona que haga de taxista para llevarle a un
colegio que
esté a varios
kilómetros de
mi casa.
Quiero, exijo, para mis hijos que,
en cumplimiento
del mandato constitu-
cional, los poderes públicos, mediante la
programación
general de la enseñanza y
la construcción
de centros, me garanti-
cen un puesto escolar sin tener que tomar
medios de
transporte ni tener que marti-
rizarlos con
largas caminatas. Quiero que
el colegio más
cercano a mi domicilio sea
tan bueno como
el más lejano; exijo que
tenga buenos
profesionales, que trabajen
en equipo,
que sean solidarios,
que se
intercambien sus
experiencias con los
otros colegios,
que compartan investiga-
ciones y que
sean tratados con
respeto
por las
administraciones educativas. Tam-
poco quiero
que las personas
que están
lejos de
mi barrio vengan
a robarme el
puesto escolar
de mis hijos, al que tengo
derecho, por el
simple hecho de que sean
más ricos.
Quiero decidir, participar, pla-
nificar, estar en contacto con los vecinos
del barrio, que
me tengan en cuenta a la
hora de
decidir dónde y
cómo se deben
construir los
colegios, los centros
de
salud o
los hospitales. Quiero
participar
en su
gestión, que sea
pública, que se
tenga en cuenta
a las personas que traba-
jan y a sus necesidades de vida. No quie-
ro ofrecer
mi estado de
bienestar a la
especulación del
mercado. Quiero vivir
en una sociedad
justa, solidaria, generosa
y no
jerarquizada y competitiva.
No
quiero elegir
colegio, no quiero
elegir
centro médico,
no quiero elegir autopis-
ta de peaje... No, no quiero elegir, quie-
ro que se
cumplan mis derechos constitu-
cionales: el derecho
a la educación,
a la
sanidad, al
trabajo, a la
vivienda, a los
transportes
públicos... a una vida digna.